“Noooo! … ¿bajar de peso meditando?”
Suena casi como uno de esos comerciales de televisión donde te prometen grandes cambios con pequeños y simples aparatos, no? Bueno, no pretendemos venderte nada ni hacerte creer que tenemos una receta milagrosa, pero sí… no es tan difícil y está al alcance de tu mano. Puedes partir hoy mismo. Sólo necesitas tiempo para ti y una honesta disposición a cuidar y amar tu cuerpo como deberías.
Desde la primera teoría expuesta en 1936 por el Dr. Hans Selye, el estrés ha sido una palabra usada por todos, desde grandes científicos en congresos mundiales, hasta cada uno de nosotros en conversaciones coloquiales con nuestros amigos y familiares.
Pero, ¿qué es realmente el estrés? Según la definición de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), es la “tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves”. En otras palabras, sería la respuesta biológica multinivel ante un evento externo -o interno- que nuestro organismo interpreta como potencialmente peligroso y dañino.
Los grandes científicos que han abordado el tema convergen en el hecho de que, sin esta respuesta, el ser humano no habría logrado sobrevivir a los miles de desafíos que ha experimentado a través de su historia.
El contar con mecanismos fisiológicos coordinados ante una situación de peligro, nos permite preparar todo nuestro organismo para la llamada respuesta “fight or flight” (“pelear o huir” en su traducción formal -no literal- al español). Sin la aparición OPORTUNA de este conjunto de procesos, no habríamos tenido la fuerza necesaria para hacerle frente a nuestros enemigos, o la velocidad para escapar de animales peligrosos. Los protagonistas moleculares de estas acciones son las hormonas catecolaminas (adrenalina y noradrenalina) y el cortisol (corticoide natural).
Mientras las primeras aumentan la disponibilidad de nutrientes y oxígeno, llevando sangre rápidamente a tu corazón, pulmones y músculos; la segunda enciende una alerta global que advierte la necesidad de optimizar los procesos energéticos, entre ellos la captación de glucosa desde la sangre a las células, mediante el uso de insulina una hormona muy conocida en estos tiempos.
¡Todo esto es increíble y muy necesario sin duda! ¿Pero qué pasa cuando esta respuesta no se detiene y persiste sin parar durante días, meses y hasta años?
Las cosquillas son una sensación increíble que pueden ser provocadas por muchos estímulos. Aunque algunos no las disfrutan, creo que la gran mayoría de nosotros podríamos decir que son agradables, pues nos llevan a reír y disfrutar a veces en momentos muy inesperados. ¿Pero podrían imaginar aguantar esa sensación por horas sin parar? Sin duda sería insoportable. Creo que hasta clasificaría como tortura si se lleva al extremo. Lo mismo ocurre con el estrés. Que nuestros niveles de catecolaminas, cortisol e insulina (entre otras) se eleven por unos momentos es algo deseable y necesario, pero que persistan elevadas en el tiempo sin darnos respiro, es sumamente tóxico.
Un ejemplo de esto es mantener los niveles de insulina elevados de forma crónica (hiperinsulinismo) un estado “prediabético”, que daña nuestros vasos sanguíneos progresivamente hasta generar infartos, ceguera, entre otros. Este exceso de insulina también favorece los procesos de formación de tejido graso (lipogénesis) con el consecuente sobrepeso y obesidad tan frecuentes en este tipo de pacientes.
Es maravilloso ir comprendiendo cada vez más cómo el organismo funciona sincronizando tantos aspectos a la vez. Apenas les hablo de UNA de las cosas que suceden, pero multipliquen eso por cientos de respuestas menores -molecularmente hablando-, en donde células muy distantes unas de otras, logran comunicarse y coordinar un resultado pensado en ayudarnos y salvarnos.
Volvamos entonces a nuestra pregunta inicial y analicemos si realmente podemos bajar de peso meditando.
Partiendo de la evidencia de que la meditación es una de las herramientas efectivas para manejar el estrés1-2, podemos afirmar que una práctica regular de esta disciplina tiene impacto sobre los mecanismos activados en la respuesta fisiológica del estrés, entre ellos la disminución de las hormonas mencionadas más arriba. Si esto es así, podemos esperar que nuestros niveles de insulina también bajen, con ello disminuya la lipogénesis y por ende el aumento de grasa corporal.
Con todo lo dicho no quisiera dejar la idea errada de que para bajar de peso SOLO debemos meditar. Por supuesto es mucho más complejo que eso. Se requiere además de una alimentación adecuada, actividad física, dormir bien, etc. Pero sí quiero enfatizar este aspecto, pues no son pocos los casos de personas que luchan infructuosamente con su problema de peso (con pérdidas leves o efectos rebote) a pesar de estar comiendo “adecuadamente” y realizando actividad física de forma regular. Hay mucho que revisar y analizar en casos como este (y de otras patologías crónicas) en donde se mezclan variados factores. Es por eso que no podemos simplificar las cosas y reducir todo a un tema de calorías consumidas y utilizadas. Es mucho más complejo que eso, pero no más difícil.
Anímate a cambiar tu salud y aprender sobre cuál es la forma ideal para mantener tu cuerpo en óptimas condiciones. Aunque los seres humanos somos iguales en importancia y valor, también somos únicos e irrepetibles en nuestros genes y cómo estos se expresan.
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- “Meditation can produce beneficial effects to prevent cardiovascular disease”. Koike MK, Cardoso R. Horm Mol Biol Clin Investig.2014 Jun;18(3):137-43. doi: 10.1515/hmbci-2013-0056.
- “Yoga and meditation in cardiovascular disease”. Manchanda SC, Madan K. Clin Res Cardiol. 2014 Sep;103(9):675-80. doi: 10.1007/s00392-014-0663-9.
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