Vivimos en un mundo hiper-tecnologizado que cambia constantemente y que nos bombardea de información en cada uno de los dispositivos electrónicos que utilizamos. Hay una cantidad incuantificable de información disponible, especialmente en internet, pero lamentablemente no hay un filtro o fiscalización que nos permita distinguir qué es verdadero y realmente útil a nuestras distintas necesidades y preguntas. Es por eso que quise partir explicando lo más esencial…
Medicina Funcional no es un tipo nuevo de medicina ni tampoco un tratamiento alternativo. Es una forma innovadora de enfrentar las enfermedades y disfunciones biológicas, desde una mirada más abierta e integral, abordando cada paciente con un enfoque personalizado y adecuado para sus desafíos y contexto personal. Es el fruto del trabajo de décadas de médicos y otros profesionales de la salud que, como yo, vieron que sus prácticas médicas cotidianas se volvían frustrantes e incapaces de dar real solución a los problemas de sus pacientes.
Quiero contarles mi experiencia. Al momento de escribir este artículo tengo 33 años y apenas 7 años practicando la medicina. En este tiempo he sido paciente y también médico, y desde ambas perspectivas he sentido la frustración de ver cómo las enfermedades condicionan tu vida, y la desesperanza de pensar en que no hay solución para ellas, fuera de la resignación y muchas veces esclavización a un fármaco.
Entre mis antecedentes, cuento con episodios constantes de molestias gastrointestinales (hinchazón, dolor abdominal cólico, diarreas intermitentes, nauseas ocasionales, heridas en lengua y boca), problemas a la piel (piel seca, caspa, dermatitis de contacto y atópicas, infecciones por hongos en distintas partes del cuerpo), problemas respiratorios (rinitis persistente, resfríos y bronquitis repetitivas, dolor de garganta, neumonía) y finalmente un tipo no agresivo de cáncer de piel (linfoma).
Aunque no he sido un ejemplo de vida sana y mi historia familiar tiene algunos eventos a considerar, esta acumulación de enfermedades y síntomas me parecían algo excesivas para alguien que recién empieza la mitad de los potenciales años de esperanza de vida según la última Encuesta Nacional de Salud.
Que las enfermedades crónicas (como la obesidad, diabetes, hipertensión, cáncer, enfermedades autoinmunes, etc) sean una epidemia hoy en día, no es noticia nueva. Todos y en todas partes se habla de ello, pues sin duda es una preocupación de todas las naciones del planeta, especialmente las más desarrolladas.
Sin embargo, el gran tema en cuestión ya no se concentra sólo en el hecho de que estas enfermedades pueden conducirnos a una muerte prematura, sino quizás aún peor, en la lamentable realidad de que deterioran nuestra calidad de vida, al punto de vivir (en algunos casos) casi la mitad de nuestra existencia con una condición física y/o mental que nos deteriora progresivamente e impidiéndonos disfrutar de las grandes oportunidades de felicidad que la vida nos brinda.
Los avances médicos diagnósticos y terapéuticos de los últimos 50 años son sorprendentes, trayendo grandes progresos en la sobrevida de enfermedades complejas y prevalentes como las patologías cardiovasculares y el cáncer. Sin embargo, todo ese progreso no tiene impacto en la disminución de la incidencia de la enfermedad, es decir, en el número de casos nuevos.
En otras palabras, se ha desarrollado tecnología de punta para combatir a la enfermedad cuando ya está presente, pero no se ha logrado mucho en medidas que impidan nuevos casos o al menos casos menos agresivos. La situación es tan crítica que en países desarrollados como EEUU -quienes lideran en desarrollo científico y en inversión en salud-, los índices de morbi-mortalidad (enfermedad y muerte por estas causas) son alarmantes y las proyecciones de gasto económicos, billonarias!
Estamos ante una ola incontrolable de enfermedades que ya no responden como quisiéramos a los tratamientos ni fármacos disponibles. Es ese entonces el camino que los avances médicos deben seguir? Continuar creyendo que los fármacos son el futuro para la epidemia de enfermedades crónicas, es como pensar en combatir la contaminación del aire sólo construyendo ventiladores gigantes. No parece una idea muy brillante ni eficiente, verdad?
La tendencia de la medicina del futuro es dejar de manejar los problemas mirando las ramas, para mirar nuevamente hacia los fundamentos, el origen, la raíz del problema. Han pensado alguna vez por qué estas enfermedades son más frecuentes ahora que en la época de nuestros abuelos y bisabuelos? Los estudios científicos han demostrado que nuestra carga genética como humanos no ha cambiado más de 0.02% en los últimos 10.000 años. La razón es mucho más sencilla que eso… El cuerpo y nuestros genes son los mismos, lo que ha cambiado es el lugar en donde se manifiestan y desenvuelven, es decir, el medioambiente y nuestros hábitos de vida.
Eso es lo que queremos desarrollar y trabajar en cada uno de nuestros pacientes y amigos, buscar resolver los problemas RAIZ de sus enfermedades y dejar de encubrir síntomas y signos, dándonos una falsa sensación de salud que nada tiene que ver con lo que realmente es: “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.
En CIMEF los invitamos a que trabajemos en conjunto para recuperar su salud y transformarse en el protagonista de su propio bienestar.
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